Una hora. Este es el tiempo que tardaron en agotarse todas las entradas de los tres conciertos que la cantante Lady Gaga ofrecerá el próximo julio en el estadio Madison Square Garden de Nueva York y que salieron a la venta el viernes pasado. Los seguidores de Gaga colapsaron la página web de Ticketmaster para comprar las cerca de 60.000 localidades disponibles. Muchos, como un buen amigo mío, se quedaron sin su objetivo a pesar de intentarlo desde tres ordenadores distintos, quedándose con la única opción de recurrir a páginas webs de reventa, como Vivid Seats, donde las entradas más baratas pasaban a costar 166 dólares (122 euros), gastos de gestión incluidos, frente a los 80 dólares que valían inicialmente en taquilla. Gaga, nacida hace 23 años en Nueva York con el nombre real de Stefani Joanne Angelina Germanotta, ya sabe lo que es arrasar en su ciudad natal. Los cuatro conciertos que ofreció en el auditorio Radio City Music Hall el pasado enero también colgaron el cartel de no hay entradas.
El viernes, tras vender los tres conciertos del Garden, Gaga daba las gracias a sus seguidores en su página de la red social Twitter (que tiene 3,21 millones de seguidores). "Pequeños monstruos, yo sólo era una chica persiguiendo su sueño de adolescente. Gracias por estar a mi lado", escribía la cantante, cuyo primer album, Fame (que salió al mercado en agosto de 2008), acaba de superar las diez millones de copias vendidas en todo el mundo, algo que no sucedía desde que Amy Winehouse superara esta cota con Back to Black y que desde 2000 únicamente se ha repetido en nueve ocasiones. Gaga también triunfa en el universo de las ventas online y en todo 2009 se comercializaron 15,3 millones de canciones de sus discos a través de sitios de descarga legales, como iTunes. La cantante, además, acaba de lanzar, junto a Beyonce, el vídeo clip de Telephone, el segundo single de su album The Fame Monster, que se convirtió en el sexto número uno consecutivo de la cantante en las listas de ventas en EEUU. Esta imagen de AP es de un momento del vídeo.
Estas cifras demuestran que la también compositora se ha convertido en un ídolo de masas. Adorada por sus fans y odiada hasta la extenuación por sus detractores, Gaga deja a muy pocos indiferentes y convierte en dinero casi todo lo que toca, tendencia de la que esperan beneficiarse marcas de primera fila que se han rendido ante ella y cuyos productos aparecen en el último vídeo de la cantante, desde gafas de Chanel a vestidos vintage de Thierry Mugler o a zapatos de Christian Louboutin, entre otros.
La cantante, recién nombrada directora artística de la empresa de cámaras de fotografía Polaroid, es la gran esperanza para la industria de la música, que tiembla por el impacto de la piratería y la caída de las ventas de CDs. Los expertos definen a Gaga como un nuevo modelo de negocio, en el que la cantante, a través de su propia compañía (Mermaid Music LLC), comparte con las discográficas (Interscope Records, de Universal, en el caso de Lady Gaga) los ingresos que logra por vender discos, por las giras o por la venta de artículos de merchandising.
Pero la fama tiene su precio y Gaga, ganadora de dos premios Grammy, está siendo objeto de demandas por parte de sus antiguos colaboradores, productores o parejas, como Rob Fusari. Éste se atribuye la creación del nombre artístico de Lady Gaga (sugerido por el corrector de textos de un teléfono móvil cuando introdujo las palabras Radio Gaga en un mensaje) y la autoría de varias de sus canciones. Por este motivo, acaba de pedir en el juzgado que la cantante le pague 30 millones de dólares por haber roto un contrato que le otorgaba el 20% de determinados ingresos de Gaga. La autora ha respondido y ha contraatacado con otra demanda en la que asegura que Fusari no tiene derecho a cobrar los porcentajes que exige.
El debate que se está produciendo en estos momentos en EEUU es si la que ya coronan como la nueva reina del pop será una estrella efímera o si, por el contrario, el romance que Lady Gaga mantiene con sus fans y con la industria tendrá vocación de permanencia.
El viernes, tras vender los tres conciertos del Garden, Gaga daba las gracias a sus seguidores en su página de la red social Twitter (que tiene 3,21 millones de seguidores). "Pequeños monstruos, yo sólo era una chica persiguiendo su sueño de adolescente. Gracias por estar a mi lado", escribía la cantante, cuyo primer album, Fame (que salió al mercado en agosto de 2008), acaba de superar las diez millones de copias vendidas en todo el mundo, algo que no sucedía desde que Amy Winehouse superara esta cota con Back to Black y que desde 2000 únicamente se ha repetido en nueve ocasiones. Gaga también triunfa en el universo de las ventas online y en todo 2009 se comercializaron 15,3 millones de canciones de sus discos a través de sitios de descarga legales, como iTunes. La cantante, además, acaba de lanzar, junto a Beyonce, el vídeo clip de Telephone, el segundo single de su album The Fame Monster, que se convirtió en el sexto número uno consecutivo de la cantante en las listas de ventas en EEUU. Esta imagen de AP es de un momento del vídeo.
Estas cifras demuestran que la también compositora se ha convertido en un ídolo de masas. Adorada por sus fans y odiada hasta la extenuación por sus detractores, Gaga deja a muy pocos indiferentes y convierte en dinero casi todo lo que toca, tendencia de la que esperan beneficiarse marcas de primera fila que se han rendido ante ella y cuyos productos aparecen en el último vídeo de la cantante, desde gafas de Chanel a vestidos vintage de Thierry Mugler o a zapatos de Christian Louboutin, entre otros.
La cantante, recién nombrada directora artística de la empresa de cámaras de fotografía Polaroid, es la gran esperanza para la industria de la música, que tiembla por el impacto de la piratería y la caída de las ventas de CDs. Los expertos definen a Gaga como un nuevo modelo de negocio, en el que la cantante, a través de su propia compañía (Mermaid Music LLC), comparte con las discográficas (Interscope Records, de Universal, en el caso de Lady Gaga) los ingresos que logra por vender discos, por las giras o por la venta de artículos de merchandising.
Pero la fama tiene su precio y Gaga, ganadora de dos premios Grammy, está siendo objeto de demandas por parte de sus antiguos colaboradores, productores o parejas, como Rob Fusari. Éste se atribuye la creación del nombre artístico de Lady Gaga (sugerido por el corrector de textos de un teléfono móvil cuando introdujo las palabras Radio Gaga en un mensaje) y la autoría de varias de sus canciones. Por este motivo, acaba de pedir en el juzgado que la cantante le pague 30 millones de dólares por haber roto un contrato que le otorgaba el 20% de determinados ingresos de Gaga. La autora ha respondido y ha contraatacado con otra demanda en la que asegura que Fusari no tiene derecho a cobrar los porcentajes que exige.
El debate que se está produciendo en estos momentos en EEUU es si la que ya coronan como la nueva reina del pop será una estrella efímera o si, por el contrario, el romance que Lady Gaga mantiene con sus fans y con la industria tendrá vocación de permanencia.
Comentarios
Publicar un comentario