Por primera vez en tres décadas el sonido de la música en vivo ha resonado a través de la capital afgana, Kabul.
Bandas de Australia, Uzbekistán, Kazajstán fue una fiesta de seis horas de de blues, electrónica indie y death metal que había sido prohibida por el austero régimen de los talibanes.
Algunos asistentes a los conciertos nunca había visto un concierto de este tipo en el país musulmán muy conservador.
"No he visto un concierto por mucho tiempo porque no hay combates en Kandahar, donde vivo y los talibanes están allí, así que llegó a Kabul para ver este concierto", explicó Ahmad Shah, que estaba entre el público.
La fecha y el lugar tenía que mantenerse en secreto hasta el último momento para evitar la posibilidad de un ataque insurgente, mientras que dos veces en la tarde, los micrófonos se apagaron para permitir que la llamada a la oración para que suene a cabo sin interrupciones desde las mezquitas cercanas.
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